Los sindicatos de transporte han vuelto a protagonizar actos de discordia y desobediencia. Tras previos episodios en los que bloquearon y agredieron a otros conductores que desafiaron sus demandas durante una jornada de bloqueo, la alcaldesa Eva Copa finalmente cedió ante sus presiones y autorizó un aumento en la tarifa del pasaje, bajo la condición de que se pusiera fin al fenómeno del "trameaje". Sin embargo, esta condición fundamental aún no se ha cumplido, y los conductores continúan ofreciendo rutas más cortas a tarifas incrementadas.
Un ejemplo palpable de esta falta de cumplimiento se observa en los días jueves y domingo, fechas conocidas por albergar la concurrida feria de la 16 de Julio. En estos días, los transportistas han decidido no llevar a los pasajeros hasta la zona de la Ceja, lo que representa una violación flagrante del acuerdo establecido con la alcaldía. La mafia del transporte ha logrado imponer su voluntad una vez más, subrayando cómo los sindicatos de El Alto ejercen un control más influyente que la propia autoridad municipal.
Para qué siguen trabajando si no les conviene
Este comportamiento plantea la pregunta fundamental de por qué estos transportistas persisten en una actividad que, aparentemente, no les resulta económicamente rentable. Si una empresa, como un restaurante, no genera los ingresos necesarios para subsistir, lo lógico sería que reconsiderara su modelo de negocio o se orientara hacia otras fuentes de ingresos. En un próximo artículo, expondremos cómo el sindicato de El Alto ha adquirido características de una organización mafiosa, basándonos en una investigación en profundidad que nos permitió infiltrarnos en su estructura durante más de un año.
