Bolivia experimenta un cambio profundo desde la ascensión al poder de la izquierda radical chavista. El gobierno de Arce Catacora ha cultivado relaciones estrechas con países como Rusia, Irán, China y Cuba, a los que considera aliados estratégicos. Con estos antecedentes, no es sorprendente la postura del gobierno boliviano en relación con la invasión rusa a Ucrania.
En pleno siglo XXI, en un mundo hiperconectado a través de internet y dispositivos móviles, las declaraciones del diputado Juanito Angulo resultan desconcertantes y desafiantes de la realidad. Según él Rusia no ha invadido Ucrania, es sus propias palabras mencionó: "No podemos confirmar porque no vivimos ahí, son comentarios, noticias…", deja al descubierto una alarmante falta de compromiso con la verdad y la responsabilidad que conlleva el ejercicio del cargo público.
Estas reacciones del gobierno boliviano no deberían sorprender, ya que han consolidado una narrativa que desacredita a los medios extranjeros y promueve la desconfianza en la información proveniente de fuentes independientes. Este es un rasgo distintivo de un régimen que, alarmantemente, ha consolidado su control sobre más del 90% de los medios de comunicación en Bolivia.
La situación plantea preguntas preocupantes sobre la calidad de la democracia y la libertad de prensa en Bolivia, y sugiere que el gobierno prioriza la propaganda sobre la información precisa y el escrutinio público. En un momento en que el acceso a la información es fundamental para la toma de decisiones informadas, estas actitudes y políticas pueden tener consecuencias graves para la sociedad boliviana y su participación en los asuntos globales.

